Las mecedoras son uno de los muebles auxiliares más encantadores y entrañables que puedes disfrutar en el hogar. No vamos a descubrilas ahora, pero nunca está de más recordar que una mecedora es una silla con los pies unidos por unas láminas curvadas que permiten balancearse plácidamente a quien se siente sobre ella. El suave balanceo producido por este mueble auxiliar aporta una increíble sensación de relajación y bienestar en general que, una vez la pruebas, puede resultar realmente adictiva.
Asimismo, otra de las ventajas de la mecedora es que puede integrarse tanto en el interior del hogar -en el salón, la sala de estar o un dormitorio- como en la zona exterior de la vivienda, en la terraza o el jardín. A pesar de que su origen se otorga erróneamente a Estados Unidos, las mecedoras se inventaron en Inglaterra en el siglo XVIII, aunque su uso se fue extendiendo progresivamente por todo el mundo, especialmente entre los granjeros, que disfrutaban balanceándose mientras contemplaban sus cosechas. En la actualidad, las mecedoras han ido cobrando protagonismo a nivel decorativo hasta el punto de convertirse en todo un símbolo de buen gusto y distinción, algo que no está escapando a los ojos de decoradores/as, interioristas y amantes de la decoración en general, que han encontrado en estas piezas una solución perfecta para poner la guinda de oro a toda clase de ambientes, tanto clásicos como modernos, rústicos, industriales, vintage, escandinavos... Las mecedoras encajan siempre a las mil maravillas, sea donde sea: en la terraza, en el salón o, en el dormitorio, en este último caso si se trata, por ejemplo, de una mecedora de lactancia.